Cuento: El manzanito del jardín
Había una vez un osito a quien le gustaba mucho cuidar su jardín, regar las flores, cortar el césped; pero lo que más amaba era su arbolito de manzana. El lo había plantado cuando era apenas una ramita pequeña y débil. Lo cuidaba con mucho cariño y lo veía crecer y cambiar durante todo el año.
En primavera: cuando el sol comenzaba a calentar se llenaba de flores, hojas verdes y pajaritos que se mimaban, también en esta estación el osito se dedicaba a plantar semillitas en su jardín.
En verano: Cada florcita se convertía en una roja y deliciosa manzana. El arbolito se llenaba de hojas muy verdes y cuando el sol calentaba mucho, el osito se acostaba bajo su sombra a leer lindos cuentos y a dibujar.
En otoño: las hojitas del árbol se pintaban de amarillo, naranja y marrones. Cuando soplaba el viento las hojitas se caían y volaban por toda la vereda. Al osito le gustaba perseguirlas
En invierno: Hacía mucho frío, el manzanito ya no tenía hojitas y sus ramas se llenaban de nieve, a los pajaritos les costaba mucho conseguir alimento, por eso el osito les daba miguitas de pan y agua en un platito.
Y así pasaban los días, y el osito veía feliz como crecía y cambiaba su manzanito en cada estación del año, no se ponía triste de verlo desnudo sin sus hojitas porque sabía que pronto llegaría la primavera y se vestiría de lindas flores y hojitas nuevas.
Actividades para trabajar el cuento
Dibujar y ordenar las secuencias del cuento.
Armar un rompecabezas con algún dibujo elegido.
Traer láminas, libros, revistas etc. de la casa sobre el tema de las diferentes estaciones del año, o buscar en la biblioteca del jardín.
Comentar sobre lo que encontramos.
Observar diapositivas referidas al tema.
Nombrar las diferentes estaciones del año.
Escribir los nombres. VERANO. OTOÑO, PRIMAVERA, INVIERNO.
Buscar y decir palabras que comiencen como VERANO (velero, vela, viento,etc). Intentar escribirlas o escribirlas entre todos.
Realizar la misma actividad con todos los nombres de las estaciones del año.
Ordenar objetos, dibujos, carteles etc, según corresponda a cada estación del año.
Por ejemplo:VERANO: mar, sombrilla, helado, abanico,etc.OTOÑO: hojitas amarillas, viento, chocolate caliente,INVIERNO: bufanda. guantes, nieve, muñeco de nieve, árbol sin hojasPRIMAVERA: flores, pantalón corto, pajaritos, etc.
Por ejemplo:VERANO: mar, sombrilla, helado, abanico,etc.OTOÑO: hojitas amarillas, viento, chocolate caliente,INVIERNO: bufanda. guantes, nieve, muñeco de nieve, árbol sin hojasPRIMAVERA: flores, pantalón corto, pajaritos, etc.
Formar 4 grupos, cada grupo deberá armar en 1 afiche grande una estación del año, en el centro colocar el manzanito ambientándolo a la estación del año que corresponde el afiche.
Para esta actividad se pueden realizar diferentes técnicas, aquí les daremos algunas sugerencias.VERANO: Recortar hojas de papel en diferentes tonalidades de verde y diferentes tamaños. Recortar frutas y verduras.OTOÑO: Pegar hojitas secas. Recortar hojas de diferentes formas y tamaño en papel madera o misionero.Dibujar líneas con adhesivo vinílico simulando ser el viento y pegar arena fina.INVIERNO: hacer bolitas de papel crepé blanco o, copos de algodón, pegarlos para ejemplificar la nieve, de esta manera se puede formar un muñeco de nieve, o pegar sobre las ramas del árbol o los techitos de las casas.PRIMAVERA: Sellitos de papas o goma espuma, con formas de flores en diferentes colores. Plegado de flores de papel. Recortar hojitas simétricas y/o de diversas formas y tamaños.
También se pueden recortar animalitos de revistas y pegar en los diferentes afiches, ambientando sus casitas o cuevas a la estación del año que corresponde.
La Princesa de Fuego
La Princesa de Fuego
Hubo una vez una princesa increíblemente rica, bella y sabia. Cansada de pretendientes falsos que se acercaban a ella para conseguir sus riquezas, hizo publicar que se casaría con quien le llevase el regalo más valioso, tierno y sincero a la vez. El palacio se llenó de flores y regalos de todos los tipos y colores, de cartas de amor incomparables y de poetas enamorados. Y entre todos aquellos regalos magníficos, descubrió una piedra; una simple y sucia piedra. Intrigada, hizo llamar a quien se la había regalado. A pesar de su curiosidad, mostró estar muy ofendida cuando apareció el joven, y este se explicó diciendo:
- Esa piedra representa lo más valioso que os puedo regalar, princesa: es mi corazón. Y también es sincera, porque aún no es vuestro y es duro como una piedra. Sólo cuando se llene de amor se ablandará y será más tierno que ningún otro.
El joven se marchó tranquilamente, dejando a la princesa sorprendida y atrapada. Quedó tan enamorada que llevaba consigo la piedra a todas partes, y durante meses llenó al joven de regalos y atenciones, pero su corazón seguía siendo duro como la piedra en sus manos. Desanimada, terminó por arrojar la piedra al fuego; al momento vio cómo se deshacía la arena, y de aquella piedra tosca surgía una bella figura de oro. Entonces comprendió que ella misma tendría que ser como el fuego, y transformar cuanto tocaba separando lo inútil de lo importante.
Durante los meses siguientes, la princesa se propuso cambiar en el reino, y como con la piedra, dedicó su vida, su sabiduría y sus riquezas a separar lo inútil de lo importante. Acabó con el lujo, las joyas y los excesos, y las gentes del país tuvieron comida y libros. Cuantos trataban con la princesa salían encantados por su carácter y cercanía, y su sola prensencia transmitía tal calor humano y pasión por cuanto hacía, que comenzaron a llamarla cariñosamente "La princesa de fuego".
Y como con la piedra, su fuego deshizo la dura corteza del corazón del joven, que tal y como había prometido, resultó ser tan tierno y justo que hizo feliz a la princesa hasta el fin de sus días.
Una Flor al Día
- Esa piedra representa lo más valioso que os puedo regalar, princesa: es mi corazón. Y también es sincera, porque aún no es vuestro y es duro como una piedra. Sólo cuando se llene de amor se ablandará y será más tierno que ningún otro.
El joven se marchó tranquilamente, dejando a la princesa sorprendida y atrapada. Quedó tan enamorada que llevaba consigo la piedra a todas partes, y durante meses llenó al joven de regalos y atenciones, pero su corazón seguía siendo duro como la piedra en sus manos. Desanimada, terminó por arrojar la piedra al fuego; al momento vio cómo se deshacía la arena, y de aquella piedra tosca surgía una bella figura de oro. Entonces comprendió que ella misma tendría que ser como el fuego, y transformar cuanto tocaba separando lo inútil de lo importante.
Durante los meses siguientes, la princesa se propuso cambiar en el reino, y como con la piedra, dedicó su vida, su sabiduría y sus riquezas a separar lo inútil de lo importante. Acabó con el lujo, las joyas y los excesos, y las gentes del país tuvieron comida y libros. Cuantos trataban con la princesa salían encantados por su carácter y cercanía, y su sola prensencia transmitía tal calor humano y pasión por cuanto hacía, que comenzaron a llamarla cariñosamente "La princesa de fuego".
Y como con la piedra, su fuego deshizo la dura corteza del corazón del joven, que tal y como había prometido, resultó ser tan tierno y justo que hizo feliz a la princesa hasta el fin de sus días.
Una Flor al Día
Había una vez dos amigos que vivían en un palacio con sus familias, que trabajaban al servicio del rey. Uno de ellos conoció una niña que le gustó tanto que quería que pensó hacerle un regalo. Un día, paseaba con su amigo por el salón principal y vió un gran jarrón con las flores más bonitas que pudiera imaginarse, y decidió coger una para regalársela a la niña, pensando que no se notaría. Lo mismo hizo al día siguiente, y al otro, y al otro... hasta que un día faltaron tantas flores que el rey se dió cuenta y se enfadó tanto que mandó llamar a todo el mundo.
Cuando estaban ante el rey, el niño pensaba que debía decir que había sido él, pero su amigo le decía que se callara, que el rey se enfadaría muchísimo con él. Estaba muerto de miedo, pero cuando el rey llegó junto a él, decidió contárselo todo. En cuanto dijo que había sido él, el rey se puso rojo de cólera, pero al oir lo que había hecho con las flores, en su cara apareció una gran sonrisa, y dijo "no se me habría ocurrido un uso mejor para mis flores".
Y desde aquel día, el niño y el rey se hicieron muy amigos, y se acercaban juntos a tomar dos de aquellas maravillosas flores, una para la niña, y otra para la reina.
Cuando estaban ante el rey, el niño pensaba que debía decir que había sido él, pero su amigo le decía que se callara, que el rey se enfadaría muchísimo con él. Estaba muerto de miedo, pero cuando el rey llegó junto a él, decidió contárselo todo. En cuanto dijo que había sido él, el rey se puso rojo de cólera, pero al oir lo que había hecho con las flores, en su cara apareció una gran sonrisa, y dijo "no se me habría ocurrido un uso mejor para mis flores".
Y desde aquel día, el niño y el rey se hicieron muy amigos, y se acercaban juntos a tomar dos de aquellas maravillosas flores, una para la niña, y otra para la reina.
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